Ficha artística


EL EQUIPO:

Texto: Federico García Lorca.
Adaptación: Martha Garavano.
Elenco: Marta Villar, Alejandro Guaglianone, Juan Carlos Benz, Miguel E. Finkielsztein, Julia Gana, Mirta García, Hortensia Lidia Blanco.
Guitarra: Leopoldo DeLorenzi.
Cante: Juan Alonso.
Baile: Magalí Canosa.
Diseño de Arte: Jerónimo Adrien.
Iluminación: Pato Binetti
Vestuario: Malvina Aranda.
Prensa: Simkin & Franco
Asistentes de Dirección: María Garaventto, Juan Carlos Benz.
Dirección: Martha Garavanno


F.G. Lorca



(Fuente Vaqueros, España, 1898 - Víznar, id., 1936) Poeta y dramaturgo español. Los primeros años de la infancia de Federico García Lorca transcurrieron en el ambiente rural de su pequeño pueblo granadino, para después ir a estudiar a un colegio de Almería.

Continuó sus estudios superiores en la Universidad de Granada: estudió filosofía y letras y se licenció en derecho. En la universidad hizo amistad con Manuel de Falla, quien ejerció una gran influencia en él, transmitiéndole su amor por el folclore y lo popular. A partir de 1919, se instaló en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Juan Ramón Jiménez y a Machado, y trabó amistad con poetas de su generación y artistas como Buñuel o Dalí. En este ambiente, Lorca se dedicó con pasión no sólo a la poesía, sino también a la música y el dibujo, y empezó a interesarse por el teatro. Sin embargo, su primera pieza teatral, El maleficio de la mariposa, fue un fracaso.

En 1921 publicó su primera obra en verso, Libro de poemas, con la cual, a pesar de acusar las influencias románticas y modernistas, consiguió llamar la atención. Sin embargo, el reconocimiento y el éxito literario de Federico García Lorca llegó con la publicación, en 1927, de Canciones y, sobre todo, con las aplaudidas y continuadas representaciones en Madrid de Mariana Pineda, drama patriótico.

Entre 1921 y 1924, al mismo tiempo que trabajaba enCanciones, escribió una obra basada en el folclore andaluz, el Poema del cante jondo (publicado en 1931), un libro ya más unitario y madurado, con el que experimenta por primera vez lo que será un rasgo característico de su poética: la identificación con lo popular y su posterior estilización culta, y que llevó a su plena madurez con el Romancero gitano (1928), que obtuvo un éxito inmediato. En él se funden lo popular y lo culto para cantar al pueblo perseguido de los gitanos, personajes marginales marcados por un trágico destino. Formalmente, Lorca consiguió un lenguaje personal, inconfundible, que reside en la asimilación de elementos y formas populares combinados con audaces metáforas, y con una estilización propia de las formas de poesía pura con que se etiquetó a su generación.

Tras este éxito, Lorca viajó a Nueva York, ciudad en la que residió como becario durante el curso 1929-1930. Las impresiones que la ciudad imprimió en su ánimo se materializaron en Poeta en Nueva York (publicada póstumamente en 1940), un canto angustiante, con ecos de denuncia social, contra la civilización urbana y mecanizada de hoy. Las formas tradicionales y populares de sus anteriores obras dejan paso en esta otra a visiones apocalípticas, hechas de imágenes ilógicas y oníricas, que entroncan con la corriente surrealista francesa, aunque siempre dentro de la poética personal de Lorca.

De nuevo en España, en 1932 Federico García Lorca fue nombrado director de La Barraca, compañía de teatro universitario que se proponía llevar a los pueblos de Castilla el teatro clásico del Siglo de Oro. Su interés por el teatro, tanto en su vertiente creativa como de difusión, responde a una progresiva evolución hacia lo colectivo y un afán por llegar de la forma más directa posible al pueblo. Así, los últimos años de su vida los consagró al teatro, a excepción de dos libros de poesía: Diván del Tamarit, conjunto de poemas inspirados en la poesía arabigoandaluza, y el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1936), hermosa elegía dedicada a su amigo torero, donde combina el tono popular con imágenes de filiación surrealista.

Las últimas obras de Federico García Lorca son piezas teatrales. Yerma (1934) es una verdadera tragedia al modo clásico, incluido el coro de lavanderas, con su corifeo que dialoga con la protagonista comentando la acción. Parecido es el asunto en Bodas de Sangre(1933), donde un suceso real inspiró el drama de una novia que huye tras su boda con un antiguo novio (Leonardo). La huida, llena de premoniciones, en la que la propia muerte aparece como personaje, presagia un final al que se viene aludiendo desde la primera escena y en el que ambos hombres se matarán, segando así la posibilidad de continuidad de la estirpe por ambas ramas y renovando la muerte del padre del novio a manos de la familia de Leonardo. De esta manera, la pasión y la autobúsqueda concluyen con la destrucción de todo el orden establecido.

Entre toda ellas destaca La Casa de Bernarda Alba(1936), donde la pasión por la vida de la joven Adela, encerrada en su casa junto con sus hermanas a causa del luto de su padre y oprimida bajo el yugo de una madre tiránica, se rebelará sin temor a las últimas consecuencias. De esta manera, su pasión por la vida se estrellará contra el muro de incomprensión de su familia concluyendo todo con su eliminación. Junto con la figura de la protagonista, destaca la serie de retratos femeninos que realiza el autor, desde la propia Bernarda hasta la vieja criada confidente de todas (La Poncia), la hermana amargada y envidiosa (Martirio) o la abuela enloquecida que se opone a la tiranía de Bernarda.

La casa de Bernarda Alba, considerada su obra maestra, fue también la última, ya que ese mismo año, al estallar la guerra civil, fue detenido por las fuerzas franquistas y fusilado diez días más tarde, bajo acusaciones poco claras que señalaban hacia su papel de poeta, librepensador y personaje susceptible de alterar el «orden social».





Mariana Pineda - Biografía


Mariana Pineda (detalle de un óleo de Juan Antonio Vera Calvo, 1862)
Nacida en el seno de una familia noble de Granada, su padre, Mariano Pineda Ramírez, era capitán de navío de la Armada. Huérfana desde los quince meses de edad, quedó bajo la custodia de su tío paterno, José Pineda, y contrajo matrimonio a los quince años con Manuel de Peralta y Valle, liberal perteneciente a la logia masónica y próximo al círculo constitucionalista del conde de Teba. Al fallecer su marido en 1822, continuó frecuentando los ambientes liberales en el contexto de la Década Ominosa (1823-1833) que siguió al Trienio Liberal (1820-1823) tras la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis.

La implicación de Mariana Pineda en un complot constitucionalista, descubierto en 1826, y en el que actuaba como intermediaria entre los liberales granadinos y los exiliados de Gibraltar, levantó las sospechas del alcalde de la ciudad, Ramón de Pedrosa y Andrade. Éste, que ejercía además el cargo de subdelegado principal de policía, había sido comisionado en Andalucía oriental por el ministro de Justicia, Tadeo Calomarde, para reprimir cualquier intento de alzamiento en favor de la Constitución de 1812. Detenida por las autoridades, Mariana Pineda fue sometida a juicio y posteriormente absuelta al alegar ignorancia del contenido de las cartas y otros documentos hallados en su domicilio.

Sin embargo, cuando en 1828 preparó con éxito la fuga de su primo Fernández Álvarez de Sotomayor, comandante del Ejército que había sido condenado a muerte por su implicación en el levantamiento de Riego (1820), Mariana Pineda fue detenida bajo el pretexto de haber dado a bordar una bandera morada con la inscripción «Ley, Libertad, Igualdad», que había de servir de enseña para un proyecto revolucionario.

Tras diversos intentos de fuga y ante la negativa de Mariana Pineda de delatar a sus presuntos cómplices, fue recluida en el convento de Santa María Egipciaca y, tras un simulacro de juicio, condenada a la pena máxima. De nada sirvieron los alegatos que en favor de la joven dirigió un sector influyente de la ciudad a Fernando VII, pues la sentencia se cumplió el 26 de mayo de 1831 en el granadino Campo del Triunfo.

Casi de inmediato, la leyenda popular convirtió a Mariana Pineda en símbolo de las libertades y protagonista de romances de ciego. En torno a su figura y partiendo del mito popular, Federico García Lorca escribió el drama Mariana Pineda, que se estrenó el 24 de junio 1927 en Barcelona, con decorados y vestuario de Salvador Dalí y con Margarita Xirgu en el papel protagonista.